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Karol Józef Wojtyła nació el 18 de mayo de 1920 en Wadowice. Esta pequeña ciudad, ubicada cerca de Cracovia, se ha convertido, para siempre, en uno de los lugares más importantes para el futuro Papa. Como dignatario de la iglesia adulto, mencionó muchas veces, también durante sus peregrinaciones a Polonia, que fue aquí donde comenzó todo….

Un pequeño chico

Cuando era muy joven, Charles a menudo luchaba con una sensación de pérdida. Se despidió de su hermana menor Olga, quien murió poco después de nacer. En los años siguientes, también enterró a su amada madre Emilia de soltera Kaczorowska. En muy poco tiempo, tuvo lugar otro hecho extremadamente triste en la vida de la familia Wojtyła. Su único hermano, Edmund, que era 14 años mayor que él, murió inesperadamente de escarlatina, que contrajo de un paciente enfermo, mientras trabajaba como médico en un hospital.

Cuidado del padre

Aunque Charles solo podía contar con la protección de su padre, su vida estuvo llena de cuidado y amor. Era el padre quien se preocupaba por el desarrollo moral y espiritual del hijo pequeño. Después de la muerte de mamá, justo después de su funeral, papá llevó a los niños al Santuario Mariano en Kalwaria Zebrzydowska y los confió a la protección mariana. Este aspecto particular penetró en el corazón del Papa, porque se dedicó por completo a María como su madre y protectora. También durante su pontificado, a menudo le pidió favores e intercesión. Cuando era niño, sirvió fácilmente como monaguillo.

La infancia es también un período particularmente sensible en la vida de todos los niños. El pequeño Karol, aunque muy experimentado por el destino y creciendo en una familia muy modesta, ya estaba dando forma a su impecable carácter. No solo era muy sensible a la ficción, sino que también desarrolló una pasión por el fútbol. Desde pequeño jugaba al fútbol con los chicos, a menudo defendiendo la portería. También cabe destacar que poco antes de la guerra, hizo sus primeras amistades con varios niños, incluidos los de origen judío. Estas primeras influencias lo llevaron a hablar de dignidad e igualdad humanas hasta el final de su pontificado. Luchó por la paz en el mundo, sin importar dónde viviera y fuera cual fuera su fe.

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